El Blog del Tintero de Oro propone este reto:

CONCURSO DE RELATOS 40ª Ed. EL VIZCONDE DEMEDIADO de Italo Calvino

Tema: Escribir un relato en el que el personaje protagonista queda dividido/a en dos mitades: la “buena” y la “mala”. Esta división puede ser física (como en la novela) o psicológica.

Extensión: Máximo 900 palabras.

Plazo: Del 1 al 15 de febrero de 2024.

Participación: Abierta a todo el mundo. 

Celda musical

Seikylos comprendió que la enfermedad de su amada Euterque pronto se la llevaría de esta vida. A veces, los grandes acontecimientos se anuncian solapados en pequeños detalles que pasan desapercibidos, tal vez para hacer la vida menos trágica al dilatar el dolor en el tiempo o quizás para advertir que un evento importante está por llegar. El sutil hilo de una tos quebrada, un temblor apenas perceptible de una fiebre, la caída de una mirada desesperanzada; todos eran presagios de un final inminente que Seikylos se negaba a aceptar. Su cómplice ante el mundo, la que le acercaba a las cosas, a las personas, la que dibujaba sus emociones, estaba destinada a abandonarlo. Él sabía que su plenitud estaba ligada a esa persona, ¿qué vacío podría albergar su alma sin ella? La idea de quitarse la vida rondaba su mente. ¿Por qué no?,  partir junto a ella. No obstante buscaría alternativas.

Había escuchado hablar de un tal Simón de Guita, un líder religioso samaritano que se encontraba en la zona. Rumores indicaban que había sido discípulo de Felipe, uno de los apóstoles de Jesús el Nazareno, quien, según se decía, había resucitado al tercer día de haber muerto. Otras historias lo retrataban como un Dios cuyo primer pensamiento fue Ennoia, la primera mujer, y de ella surgieron los ángeles, celosos estos de su belleza, la encerraron en la naturaleza de este mundo. Ennoia se encarnaba a veces en mujeres a lo largo de la historia, como Helena de Troya o mujeres de belleza singular; finalmente según se decía la mujer que acompañaba a Simón era ella en el cuerpo de una prostituta esclava.

 Seikylos decidió acudir a este mago, donde la muerte y la vida no estaban separadas por un muro infranqueable, y así, en una de esas largas noches, se vio escribiéndole con la petición de que su amada no pereciera en esta vida. Al tiempo, recibió respuesta y, aunque esperaba un intrincado sortilegio, las instrucciones eran muy precisas. 

Lo primero que debía hacer era componer una pequeña melodía pensando en su amada. Una vez compuesta con su letra correspondiente, debía quitarle la vida y, con su último aliento, tocar la composición. La esencia pura y viva de su mujer estaría contenida en aquella melodía.

Las instrucciones se siguieron fielmente. Compuso, mató e interpretó la melodía.

Pronto comprobó que Simón de Guita lo había engañado. Aunque era cierto que la melodía poseía una sobrenaturalidad manifiesta; aquel que la escuchaba quedaba impregnado de su vivida presencia. También provocaba en este la soledad más amarga; algo parecía emanar de las notas, un diálogo íntimo con el oyente... Era Euterpe, sí, pero Euterpe sin el mundo, sin tener acceso a él, encerrada, enclaustrada en las notas, buscando a su enamorado Seikylos, pidiéndole que apretara su mano.

Que terrible logro, la inmortalidad de Euterque era aun peor que la ausencia de ella, sentirla sufrir y no parar de acudir la melodía día y noche para tenerla cerca. Toda la luz que posea en vida se había transformado en una cuita musical.

No tardó en volver a Simón, comprendiendo que, aunque podía parecer un Dios, en realidad era el mismo Diablo. Le ofreció su alma a cambio de liberar a su amada, y este trato fue aceptado.

Esta vez, se le encomendó la tarea de mandar construir un epitafio de piedra para su amada, en el cual se inscribiría la melodía y letra como un recuerdo imperecedero. Luego, Seikylos debería poner fin a su propia vida.

Aun hoy, se dice que una buena interpretación de esta melodía evoca el aroma de Euterque, como si su espíritu todavía estuviera presente